Iraq fue una guerra entre Irán e Iraq disputada entre los años 1980 y 1988 y finalizada sin un claro vencedor. Sus orígenes se encuentran en la larga animosidad árabe-persa y en las rivalidades regionales; en concreto, Iraq quería invertir la delimitación de fronteras entre los dos estados, establecida en los Acuerdos de Argel (1975), para conseguir la anexión de la región de Shatt al-Arab.
Causas de la guerra
Ya en 1971, Iraq había roto relaciones diplomáticas con Irán, debido a conflictos territoriales. Además, Iraq estaba preocupado por la propaganda religiosa dirigida desde la nueva República Islámica de Irán con el ayatolá Ruhollah Jomeini al frente, contra el régimen baazista laico de Bagdad, y especialmente temía perder la lealtad de sus súbditos chiíes.
Sin embargo, la principal razón de la guerra fue la creencia del presidente de Iraq, Saddam Hussein, de que la potencia militar de Irán se había debilitado en gran medida por la Revolución iraní de 1979, que derrocó al Sah Mohammad Reza Pahlevi, y que el apoyo que conseguiría por parte Occidental le permitiría obtener una fácil victoria, reconquistando Shatt al-Arab y la provincia iraní de Khuzestán para Iraq.
Invasión iraquí
La guerra comenzó con la invasión de Irán el 22 de septiembre de 1980. Pero, aunque las fuerzas iraquíes obtuvieron éxitos al principio, Sadam detuvo a sus tropas, lo que dio tiempo a Irán a reorganizar sus fuerzas y lanzarse al contraataque.
Hacia 1982, las tropas iraquíes habían sido expulsadas de la mayor parte de Irán, que rechazó la posibilidad de comenzar un proceso de paz y continuó una guerra que pensaban que podrían ganar.
Guerra de trincheras
Entre 1982 y 1987 las fuerzas iraníes organizaron la ofensiva a lo largo de la frontera, fundamentalmente en el sur, donde el principal objetivo era la conquista de Al Ba'ra a la vez que cortaban la carretera que une Bagdad con Basora. Los ataques iraníes sobre las atrincheradas posiciones iraquíes recordaban a las tácticas de desgaste de la I Guerra Mundial. Irán comenzó a usar una infantería muy numerosa pero pobremente armada. Se relatan casos en los que eran mandados sin arma alguna, usando la táctica de desbordamiento.
Iraq comenzó entonces a utilizar gases tóxicos. Con la ayuda de grandes donaciones y préstamos de los estados árabes de la región del golfo Pérsico, y el suministro de armamento (entre otros, de la Unión Soviética, Estados Unidos y Francia) Iraq resistió impasiblemente, mientras su fuerza aérea atacaba ciudades iraníes, instalaciones petrolíferas en el Golfo Pérsico.
Irán tomó represalias contra los estados que apoyaban a Iraq. Por sus tácticas, Iraq buscaba implicar a potencias exteriores en el conflicto, y en 1987, Estados Unidos y otras potencias asumieron la responsabilidad de proteger los cargamentos en el Golfo Pérsico.
Iraq recibió mucho apoyo técnico y armas de Estados Unidos en esta guerra.[3] Sus armas químicas fueron producidas con materiales de doble uso otorgados por Estados Unidos y algunas compañías alemanas.[4]
En 2002 el diario británico The Independent divulgó una lista de 22 compañías americanas que dieron apoyo en la fabricación de armas químicas del régimen de Saddam.
Negociaciones y cese del fuego
Hacia 1988 Irán continuaba la guerra, pero las fuerzas iraquíes reanudaron una serie de exitosas ofensivas, y en julio de 1988, Irán e Iraq se vieron empujadas mutuamente a aceptar la resolución de paz 598 al ver que no podían ganar la guerra, adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de julio de 1987.
Finalmente se llegó a la paz el 20 de agosto de 1988, sobre la base del mantenimiento de la situación territorial antes del enfrentamiento bélico. La guerra se saldó con un millón de muertos (el 60% de ellos iraníes), y casi dos millones de heridos, además de numerosos gastos materiales, que dejaron la economía de ambos combatientes en una situación muy precaria.
Jomeini afirmó que aceptar la paz había sido para él como tomar un trago de veneno. Una de las causas por las que la guerra duró incluso cuando los dos países estaban exhaustos, es el continuo aporte de armas que hicieron los países occidentales a ambos países.
Acontecimientos Recientes
En octubre de 2002 un nuevo referéndum ratificó a Husayn para permanecer durante siete años más al frente del Estado. Para celebrar tal hecho, Husayn decretó una amnistía absoluta. Estos acontecimientos sucedían cuando en el ambiente flotaba la inminencia de una nueva crisis. Durante ese año, el presidente estadounidense, George W. Bush, había insistido en que Irak debía demostrar que, tal y como le obligaban las sucesivas resoluciones de la ONU (la primera de las cuales, la 687, se remontaba a 1991, cuando finalizó la guerra del Golfo Pérsico), había destruido sus armas de tipo químico, biológico o nuclear. En noviembre de 2002, tras meses de fuertes presiones, Bagdad aceptó cumplir el contenido de una nueva resolución de la ONU, la 1.441, que ordenaba el inmediato retorno a suelo iraquí de los observadores de la Unmovic. A comienzos de 2003, el gobierno de Bush denunció que el régimen de Husayn estaba violando dicha resolución, en tanto que no colaboraba de forma satisfactoria con el equipo de inspectores, y que continuaba ocultando armas químicas y biológicas. Con el apoyo de Reino Unido y otros países, Estados Unidos fue concentrando fuerzas militares en el golfo Pérsico, preparando la que podía ser una nueva guerra contra Irak. Muchos otros estados (entre ellos, Francia, Alemania, Rusia y China) se opusieron con firmeza a esta última posibilidad, considerando que debía darse más tiempo a las inspecciones y prolongar mientras fuera posible la vía diplomática. Ante la imposibilidad de alcanzar el consenso en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU respecto a una acción militar, una coalición internacional dirigida por Estados Unidos invadió Irak en marzo de 2003, con los objetivos de derrocar a Husayn y destruir los arsenales de armamento prohibido que existieran en su territorio. A mediados del mes siguiente, Bagdad y las principales ciudades del país habían sido tomadas por las fuerzas aliadas, poniendo fin al régimen de Husayn, cuyo paradero pasó a ser desconocido.
Estados Unidos y los demás países de la coalición iniciaron entonces el proceso de reconstrucción de Irak, tanto material como institucional (esto último implicaba la próxima formación de un gobierno provisional iraquí). Para ello se estableció primeramente la Oficina de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria, dirigida por el estadounidense Jay Garner, y poco después, la Autoridad Provisional de la Coalición, al frente de la cual estaba su compatriota Paul Bremer, que le sustituyó como administrador civil.
En mayo de 2003, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió su resolución 1.483, que ponía fin a las sanciones económicas que Irak sufría desde hacía 13 años (persistiría el embargo de armas) y que confería plena autoridad en el país a Estados Unidos y Reino Unido hasta que Irak recuperase, después de crear nuevas instituciones libres y democráticas, plena soberanía y capacidad de autogobierno. Para informar al Consejo de Seguridad del proceso de reconstrucción, se creaba la figura del representante especial de la ONU (puesto que recaería en el brasileño Sergio Vieira de Mello). Durante ese mismo mes, la Oficina encabezada por Bremer dispuso dos significativas medidas: la prohibición para que los miembros del Baaz formaran parte de cualquier organismo de las nuevas estructuras de poder, y la desintegración del Ejército y de los distintos aparatos de seguridad del régimen de Husayn.
Causas de la guerra
Ya en 1971, Iraq había roto relaciones diplomáticas con Irán, debido a conflictos territoriales. Además, Iraq estaba preocupado por la propaganda religiosa dirigida desde la nueva República Islámica de Irán con el ayatolá Ruhollah Jomeini al frente, contra el régimen baazista laico de Bagdad, y especialmente temía perder la lealtad de sus súbditos chiíes.
Sin embargo, la principal razón de la guerra fue la creencia del presidente de Iraq, Saddam Hussein, de que la potencia militar de Irán se había debilitado en gran medida por la Revolución iraní de 1979, que derrocó al Sah Mohammad Reza Pahlevi, y que el apoyo que conseguiría por parte Occidental le permitiría obtener una fácil victoria, reconquistando Shatt al-Arab y la provincia iraní de Khuzestán para Iraq.
Invasión iraquí
La guerra comenzó con la invasión de Irán el 22 de septiembre de 1980. Pero, aunque las fuerzas iraquíes obtuvieron éxitos al principio, Sadam detuvo a sus tropas, lo que dio tiempo a Irán a reorganizar sus fuerzas y lanzarse al contraataque.
Hacia 1982, las tropas iraquíes habían sido expulsadas de la mayor parte de Irán, que rechazó la posibilidad de comenzar un proceso de paz y continuó una guerra que pensaban que podrían ganar.
Guerra de trincheras
Entre 1982 y 1987 las fuerzas iraníes organizaron la ofensiva a lo largo de la frontera, fundamentalmente en el sur, donde el principal objetivo era la conquista de Al Ba'ra a la vez que cortaban la carretera que une Bagdad con Basora. Los ataques iraníes sobre las atrincheradas posiciones iraquíes recordaban a las tácticas de desgaste de la I Guerra Mundial. Irán comenzó a usar una infantería muy numerosa pero pobremente armada. Se relatan casos en los que eran mandados sin arma alguna, usando la táctica de desbordamiento.
Iraq comenzó entonces a utilizar gases tóxicos. Con la ayuda de grandes donaciones y préstamos de los estados árabes de la región del golfo Pérsico, y el suministro de armamento (entre otros, de la Unión Soviética, Estados Unidos y Francia) Iraq resistió impasiblemente, mientras su fuerza aérea atacaba ciudades iraníes, instalaciones petrolíferas en el Golfo Pérsico.
Irán tomó represalias contra los estados que apoyaban a Iraq. Por sus tácticas, Iraq buscaba implicar a potencias exteriores en el conflicto, y en 1987, Estados Unidos y otras potencias asumieron la responsabilidad de proteger los cargamentos en el Golfo Pérsico.
Iraq recibió mucho apoyo técnico y armas de Estados Unidos en esta guerra.[3] Sus armas químicas fueron producidas con materiales de doble uso otorgados por Estados Unidos y algunas compañías alemanas.[4]
En 2002 el diario británico The Independent divulgó una lista de 22 compañías americanas que dieron apoyo en la fabricación de armas químicas del régimen de Saddam.
Negociaciones y cese del fuego
Hacia 1988 Irán continuaba la guerra, pero las fuerzas iraquíes reanudaron una serie de exitosas ofensivas, y en julio de 1988, Irán e Iraq se vieron empujadas mutuamente a aceptar la resolución de paz 598 al ver que no podían ganar la guerra, adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de julio de 1987.
Finalmente se llegó a la paz el 20 de agosto de 1988, sobre la base del mantenimiento de la situación territorial antes del enfrentamiento bélico. La guerra se saldó con un millón de muertos (el 60% de ellos iraníes), y casi dos millones de heridos, además de numerosos gastos materiales, que dejaron la economía de ambos combatientes en una situación muy precaria.
Jomeini afirmó que aceptar la paz había sido para él como tomar un trago de veneno. Una de las causas por las que la guerra duró incluso cuando los dos países estaban exhaustos, es el continuo aporte de armas que hicieron los países occidentales a ambos países.
Acontecimientos Recientes
En octubre de 2002 un nuevo referéndum ratificó a Husayn para permanecer durante siete años más al frente del Estado. Para celebrar tal hecho, Husayn decretó una amnistía absoluta. Estos acontecimientos sucedían cuando en el ambiente flotaba la inminencia de una nueva crisis. Durante ese año, el presidente estadounidense, George W. Bush, había insistido en que Irak debía demostrar que, tal y como le obligaban las sucesivas resoluciones de la ONU (la primera de las cuales, la 687, se remontaba a 1991, cuando finalizó la guerra del Golfo Pérsico), había destruido sus armas de tipo químico, biológico o nuclear. En noviembre de 2002, tras meses de fuertes presiones, Bagdad aceptó cumplir el contenido de una nueva resolución de la ONU, la 1.441, que ordenaba el inmediato retorno a suelo iraquí de los observadores de la Unmovic. A comienzos de 2003, el gobierno de Bush denunció que el régimen de Husayn estaba violando dicha resolución, en tanto que no colaboraba de forma satisfactoria con el equipo de inspectores, y que continuaba ocultando armas químicas y biológicas. Con el apoyo de Reino Unido y otros países, Estados Unidos fue concentrando fuerzas militares en el golfo Pérsico, preparando la que podía ser una nueva guerra contra Irak. Muchos otros estados (entre ellos, Francia, Alemania, Rusia y China) se opusieron con firmeza a esta última posibilidad, considerando que debía darse más tiempo a las inspecciones y prolongar mientras fuera posible la vía diplomática. Ante la imposibilidad de alcanzar el consenso en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU respecto a una acción militar, una coalición internacional dirigida por Estados Unidos invadió Irak en marzo de 2003, con los objetivos de derrocar a Husayn y destruir los arsenales de armamento prohibido que existieran en su territorio. A mediados del mes siguiente, Bagdad y las principales ciudades del país habían sido tomadas por las fuerzas aliadas, poniendo fin al régimen de Husayn, cuyo paradero pasó a ser desconocido.
Estados Unidos y los demás países de la coalición iniciaron entonces el proceso de reconstrucción de Irak, tanto material como institucional (esto último implicaba la próxima formación de un gobierno provisional iraquí). Para ello se estableció primeramente la Oficina de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria, dirigida por el estadounidense Jay Garner, y poco después, la Autoridad Provisional de la Coalición, al frente de la cual estaba su compatriota Paul Bremer, que le sustituyó como administrador civil.
En mayo de 2003, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió su resolución 1.483, que ponía fin a las sanciones económicas que Irak sufría desde hacía 13 años (persistiría el embargo de armas) y que confería plena autoridad en el país a Estados Unidos y Reino Unido hasta que Irak recuperase, después de crear nuevas instituciones libres y democráticas, plena soberanía y capacidad de autogobierno. Para informar al Consejo de Seguridad del proceso de reconstrucción, se creaba la figura del representante especial de la ONU (puesto que recaería en el brasileño Sergio Vieira de Mello). Durante ese mismo mes, la Oficina encabezada por Bremer dispuso dos significativas medidas: la prohibición para que los miembros del Baaz formaran parte de cualquier organismo de las nuevas estructuras de poder, y la desintegración del Ejército y de los distintos aparatos de seguridad del régimen de Husayn.
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